martes, 9 de junio de 2009

La afectividad y la sexualidad del discapacitado mental





El desarrollo de los conocimientos relativos a los discapacitados mentales pone de relieve otro aspecto positivo: no les resulta imposible desarrollar una auténtica vida afectiva y una vida sexual correspondiente a su capacidad relacional. A este respecto, hoy la mentalidad ha cambiado. Se reconoce que el niño discapacitado posee una predisposición a la vida relacional, una predisposición que es preciso impulsar en la medida en que lo permitan la gravedad de su discapacidad, el grado de desarrollo de su personalidad y los límites de su libertad.
La educación para la vida afectiva y sexual debe comenzar muy pronto en los discapacitados mentales, porque pasa a través del conocimiento de su propio cuerpo. La educación sexual de los niños discapacitados comienza con una educación para la vida de relación con los demás, para el respeto de las demás personas, de su intimidad y de su cuerpo.
Luego, las respuestas a sus preguntas, cuando piden información específica, deben ser pedagógicas, adecuadas a su capacidad intelectual de integrar esa información.
Es importante enseñar a estos niños a tener disciplina en su comportamiento, a hacer opciones responsables. También es importante que los padres sepan escuchar a su hijo discapacitado para darle la oportunidad de expresarse con respecto a su deseo de una relación de amistad o de amor. Pero también es evidente que se le debe informar de los verdaderos límites que pone su discapacidad, más o menos grave, a un posible proyecto de matrimonio.
Someter a esas personas -que a menudo no son capaces de dar un verdadero consenso informado- a una anticoncepción o a una esterilización impuesta, o, peor aún, al aborto, constituye una práctica que no sólo es contraria a la ética, sino que también podría poner en peligro su desarrollo psíquico.